El estudio del ensayo constituye ya en
nuestros días un campo de trabajo definido, que cuenta con un perfil
relativamente autónomo dentro del ámbito de los estudios literarios. Se trata
de un caso especial para la teoría y la crítica, debido a que corresponde a un
tipo de texto que muchos consideran fronterizo entre distintos campos, órbitas
y saberes, y reviste por tanto particular complejidad a la hora de someterse al
análisis literario. De allí el enorme desafío que representa su examen a la luz
de la teoría literaria. Algunas de las preguntas que se plantean más
frecuentemente en torno al ensayo son:
1) En cuanto a su clasificación, ¿se trata de
un género, de una clase de textos, de una forma discursiva, de un fenómeno de textualidad?
2) En cuanto a su especificidad, ¿es posible
deslindar el ensayo respecto de otras formas de la prosa de ideas o de la prosa
no ficcional? ¿Cuál es por otra parte su articulación con la narrativa y la
lírica? ¿Y cuál su relación con el campo literario y el discurso social?
3) En cuanto a su constitución, ¿existe alguna posible “ley” del género?
¿Es posible determinar “reglas” que operen en estas formas textuales?
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